
Presentación
El problema de si puede atribuirse al pensamiento humano una verdad objetiva no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre debe demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poder, la terrenalidad de su pensamiento. La disputa en torno a la realidad o irrealidad del pensamiento – aislado de la práctica- es un problema puramente escolástico.
Karl Marx, Tesis sobre Feuerbach
Hoy, en una fecha tan señalada para la historia del proletariado revolucionario, se cumple un año del lanzamiento del órgano de expresión Kursant. A lo largo de los últimos meses hemos tenido la oportunidad de verter nuestros análisis, propuestas y conclusiones y de compartirlas con el resto de camaradas de nuestro territorio y de otros lugares del mundo. Esto nos ha reportado no pocos contactos y fructíferos intercambios de opiniones con comunistas honestos. Sin embargo, cada interpelación que hemos recibido ha ido acompañada de dos preguntas – que en realidad son una sola – que nosotros dábamos por resueltas: ¿Quiénes somos? Y, más importante aún, ¿a qué aspiramos?
Decimos que las dábamos por resueltas porque, tras un año de trayectoria, nos hemos dado cuenta de que lo que expusimos no era suficiente. Las tesis recogidas en nuestro documento inaugural, Las tareas de los comunistas, y la presentación que hicimos en nuestra web no respondían del todo a lo que los camaradas nos reclamaban. Y no lo hacían, no por secretismo ni por incapacidad para expresarnos, sino porque habíamos definido nuestro cometido de forma demasiado vaga. Una vaguedad con origen en un abordaje estratégico parcial que, llevado hasta sus últimas consecuencias, se acercaba demasiado a la impotencia que pretendíamos superar.
Imbuidos aun en una concepción idealista del rearme del comunismo, pensamos que podríamos contribuir al surgimiento de una línea ideológica revolucionaria en abstracto; que el debate y la confrontación, que la corrección y la verdad de nuestras aportaciones y de las de otros camaradas conducirían al deslinde de campos con el revisionismo y facilitarían procesos de encuentro y eventual confluencia. De hecho, siendo justos, nunca entendimos que con ello sería suficiente. No obstante, sí nos vemos obligados a reconocer que desglosamos en etapas lo que apenas son las distintas caras de un solo y mismo proceso.
Puede que fuera un paso necesario. Al fin y al cabo, esta reflexión surge de la crítica de lo que dejamos atrás. Y gracias al materialismo-dialéctico que hacemos nuestro sabemos que solo la práctica como último criterio de verdad ofrece las conclusiones necesarias para avanzar. No es que consideremos que nos hemos entregado a la pura elaboración «teórica», desatendiendo la «práctica». Semejante frase carece de sentido en términos marxistas. Simplemente asumimos que la forma de práctica que implica dedicarse a semejante tarea de esclarecimiento más o menos abstracta, sin tesis estratégicas que poner a prueba y que demuestren el tino de lo planteado, es impotente y replica una modalidad de debate estéril, ajena a la tradición revolucionaria.
Volviendo a las preguntas del principio, y recuperando los elementos de autocrítica que las han seguido, entendemos que no hay otra forma de darles respuesta que con la presentación de un Programa como el que hoy ponemos a vuestra disposición. Si existe alguna posibilidad de romper el cerco en lo que respecta al estado actual del movimiento comunista, esta pasa por atender menos a lo que se dice y más a lo que se hace. Si lo que nos ocupa como comunistas es la terrenalidad de nuestro pensamiento, de nada sirven las hipótesis novísimas y los balances interminables, los brindis al sol y los eslóganes agitativos, si estos no se concretan en tesis estratégicas que luego demuestran su efectividad práctica haciendo avanzar al movimiento comunista.
Este Programa es ciertamente especial. No se trata del Programa de una organización al uso, ni mucho menos de un Partido. Es por ello que puede adolecer de cierta abstracción. No obstante, lo que a priori parece una limitación resulta, a nuestro entender, su mayor ventaja. Sin pretender que sea aplicable en toda coyuntura a nivel mundial, sí afirmamos que recoge, como mínimo, las responsabilidades que tenemos todos los comunistas hoy en día en España, y nuestra pretensión es trabajar con otros camaradas que se lo puedan apropiar. Partiendo de una premisa fundamental, la ausencia de un Partido Comunista y de cualquier organización o movimiento que, inercia mediante, pueda resultar en su surgimiento, propone dos vías de acción para acometer el hito estratégico principal de nuestro momento histórico: la construcción del Partido.
Ambas vías, Proletarizar y Debatir, parecen evidentes, y es probable que una lectura amable genere una falsa sensación de consenso, así como una antipática levantará críticas fáciles. No obstante, es importante atender con honestidad a lo que realmente se afirma y, sobre todo, a lo que se ignora. A modo de ejemplo, si se establece que la construcción del Partido pasa por el contacto con el proletariado en los centros de trabajo, esto implica, por un lado, el reconocimiento de que el proletariado sigue siendo el único agente potencialmente revolucionario en la España del siglo XXI -aunque pueda ser una perogrullada, no está de más recordarlo- y, por el otro, conlleva que otros tipos de militancias tan extendidas, como la estudiantil o las que se centran en el ámbito del consumo – siendo la vivienda el mayor exponente actualmente – deben ser desestimadas o, como mínimo, relegadas a un segundo plano.
Para mayores señas nos remitimos al documento en sí. Documento que se inscribe, por otro lado, en una trayectoria de publicaciones razonablemente extensa como para rellenar algún vacío que pudiera surgir. A modo de conclusión, no quisiéramos redundar de nuevo en el error que venimos señalando. Este Programa es tan solo una declaración de intenciones. Somos conscientes de que puede generar debates y hasta adhesiones honestas, pero que lo más probable es que suscite desconfianza, cuando no críticas frontales. A todas ellas atenderemos con atención, pero serán los resultados de nuestra labor los que nos llevaran a reconocerlas o a desestimarlas. Si existen acuerdos significativos, confiamos en que nos lleve a encontrarnos con otros camaradas. Si surgen suspicacias, esperamos que nuestro trabajo hable por nosotros. Cualquier otra opción implicaría un paso atrás. Y el tiempo apremia.
